El dengue sigue rompiendo récords en la Argentina. Esta semana se reportaron 52.466 casos y 32 muertes, un pico inédito desde que las cifras comenzaron a subir y cuatro veces más contagios que en 2023. En lo que va del año, hubo 151 muertos y 215.885 casos, un 50% más que en todo el año pasado. Por el momento, las provincias más afectadas y que condensan el 56% de los casos son las del centro del país: Buenos Aires, Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos.
La escasez de repelente y el colapso de guardias agravan un panorama que parece que llegó para quedarse. Pese a que el dengue tiene un componente estacional (la reproducción del mosquito es posible mientras la temperatura no baje demasiado y haya humedad), el calentamiento global está generando climas más cálidos y estaciones más laxas. De hecho, fue el ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, quien aseguró que las pandemias y epidemias de este tipo “vinieron para quedarse”.
Ante esta situación, el Gobierno tomó dos medidas: por un lado, abrió la importación a repelentes (la normalización de los productos en góndolas podría demorar hasta 15 días) y por el otro, definió no vacunar. “La vacuna no es una herramienta para mitigar el brote. La decisión personal es de cada habitante con su médico de cabecera ya que hoy necesita prescripción médica”.