Tras su publicitado contacto telefónico que rompió el hielo inicial, Donald Trump y Vladimir Putin pondrán este martes sobre la mesa las primeras armas para un futuro acuerdo que ponga fin a la guerra en Ucrania, de la que el lunes próximo se cumplirán tres años.
El encuentro genera enormes interrogantes en Kiev. De hecho, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, aclaró que su país no participará del diálogo y lanzó una alerta que retumbó en Washington: “Estados Unidos está diciendo ahora cosas que son muy favorables a Putin porque quieren complacerlo”, dijo a la cadena pública alemana ARD.
En Europa también hay alarma. La Unión Europea (UE) quiere ser parte activa de las negociaciones, aunque se muestra dividida sobre la posibilidad de enviar un futuro contingente militar a Ucrania como garante de un eventual tratado de paz. En síntesis, se siente marginada por la Casa Blanca.
Trump se ha encargado de aclarar, desde antes de asumir su gobierno, que terminará con el respaldo económico y militar a Kiev y que buscará poner fin a la guerra con negociaciones directas con Putin. Ambos ya hablaron por teléfono el 12 de febrero y sentaron las bases para un primer encuentro bilateral en Arabia Saudita que se materializará este martes a nivel de cancilleres. De Riad podría surgir una fecha para el primer cara a cara entre ambos durante la segunda presidencia del magnate republicano.
El temor de Ucrania es que Trump negocie con Putin sin tomar en cuenta su postura. En Kiev todavía retumban las declaraciones del jefe del Pentágono, Pete Hegseth, que dejó en claro que, a juicio de Estados Unidos, la posición de Zelenski es sumamente débil. “Volver a las fronteras de Ucrania previas a 2014 es poco realista”, dijo el secretario de Defensa estadounidense. En términos geopolíticos, el mensaje fue contundente: Kiev debería hacer dolorosas concesiones territoriales a Rusia y olvidarse de recuperar la península de Crimea, anexada por Rusia aquel año.
Ucrania perdió una enorme porción del este del país desde la invasión rusa, el 24 de febrero de 2022, con avances y retrocesos. Ya son tres años de una guerra desgastante. Un vasto territorio de la oriental región ucraniana del Dombás, cuya población es mayoritariamente prorrusa, está en manos del Kremlin. En contraste, Kiev controla una franja de la región rusa de Kursk, que invadió en agosto pasado con la intención de abrir un nuevo frente bélico y obligar a Moscú a dividir sus esfuerzos bélicos. Su estrategia ha sido exitosa.