Sin grandes gestos y con un perfil más reservado, el papa León XIV cumple este viernes sus primeros tres meses de Pontificado con una impronta distinta a la de su antecesor, Francisco.
Introvertido y cauto, Robert Prevost se muestra hoy más preocupado por escuchar e impulsar la unidad de una Iglesia dividida por el “progresismo” de Jorge Bergoglio que por tomar decisiones que marquen el futuro de su propio gobierno.
Si bien el papa peruano-estadounidense sigue la misma línea reformista que el papa argentino, dejó claro desde el principio que estaba dispuesto a restablecer algunas tradiciones vaticanas desterradas durante el último pontificado.
Así, León XIV dejó de lados los autos modestos que trasladaban a Francisco, reanudó las vacaciones veraniegas en la lujosa residencia de Castel Gandolfo, en las afueras de Roma y se mudó al Palacio Apostólico. Francisco, en cambio, durmió durante sus casi 12 años de pontificado en la modesta Casa de Santa Marta.
Los italianos, que por cercanía suelen estar más al tanto del devenir cotidiano del Vaticano, sienten la diferencia, en especial aquellos menos comprometidos con la fe católica que se vieron seducidos por esos inconfundibles “gestos” de Bergoglio.