La escena fue el tradicional almuerzo de las fuerzas vivas de Malargüe, pero el tono y el contenido del discurso del Gobernador desbordaron el ámbito protocolar. En el salón Malal Hue, colmado de empresarios, dirigentes de cámaras, autoridades locales —entre quienes estuvo la vicegobernadora Hebe Casado— y referentes nacionales, Alfredo Cornejo aprovechó el 75° aniversario de la segunda fundación del departamento para enviar un mensaje nítido: Malargüe dejó de ser promesa y se consolida como el núcleo duro de la nueva matriz productiva mendocina, con la minería y la energía como vectores centrales, respaldadas por un paquete de obras públicas e inversiones que el propio mandatario definió como “difícil de encontrar en la historia”.
Una gestión legitimada en las urnas
El encuentro comenzó pasadas las 13 y, alrededor de las 14, se abrió la seguidilla de discursos. Sin embargo, fue en la intervención final del Gobernador donde quedó trazado el mapa político y económico del Sur provincial. Cornejo comenzó recordando que su gestión fue recientemente revalidada “de modo categórico” en las urnas y que esa legitimidad, según dijo, refuerza una idea que atraviesa todo su mandato: “Malargüe es prioridad para el conjunto de los mendocinos”. No se trataba solo de una declaración de cortesía hacia el auditorio. El desarrollo del mensaje se encargó de asociar esa prioridad con decisiones fiscales, institucionales y de inversión que, a juicio del Gobernador, diferencian a Mendoza del resto del país.
Mendoza anticipó el camino del cambio
Cornejo enmarcó la coyuntura en lo que definió como un cambio crucial de modelo económico a nivel nacional, tras “quince años de desidia fiscal y monetaria”. En ese contexto, presentó a Mendoza como una provincia que anticipó el camino: reducción sostenida de la presión impositiva, baja real de los impuestos patrimoniales, un esquema legal que lleva el impuesto de sellos hacia su eliminación en 2030 y, a la vez, una trayectoria de orden fiscal que permite encadenar presupuestos con superávit sin frenar la obra pública.
Recordó además que todo esto se hizo siendo Mendoza una de las jurisdicciones que menos recursos discrecionales recibe por habitante, lo que, en su argumentación, redobla el mérito de haber sostenido un Estado “austero pero eficaz”, capaz de ofrecer servicios de salud, educación, justicia y seguridad que resultan creíbles para quien decide invertir.
Todo este andamiaje fue presentado como “la base necesaria” para el eje central del mensaje: la minería y la energía. “Malargüe consolidó este año su rol como motor de la nueva etapa minera de Mendoza”, señaló Cornejo, y subrayó un giro que busca marcar época: el paso de las potencialidades a la producción concreta. Recordó que la provincia ya aprobó por ley 38 proyectos de exploración, con empresas como Geometales, Wincul y Kobrea trabajando en el territorio, y que se envió a la Legislatura un paquete de 27 declaraciones de impacto ambiental dentro del Distrito Minero, en un esquema que, según dijo, combina impulso inversor con controles ambientales exigentes.
Inversión histórica en Malargüe
Esa combinación de disciplina fiscal, institucionalidad y apuesta a la actividad privada fue presentada como la condición necesaria para el segundo capítulo del discurso: la inversión concreta en Malargüe. Cornejo fue especialmente enfático al vincular el relato general de gestión con la realidad local. “Es difícil encontrar en la historia una inversión provincial tan significativa para este departamento como la que estamos haciendo”, señaló, antes de desgranar un recorrido que abarcó infraestructura básica, conectividad vial, educación técnica, salud pública, seguridad, turismo y producción.



























