Inter Miami perdió 1-2 con Houston Dynamo, en el DRV PNK Stadium, por la final de la US Open Cup, y no pudo consagrarse por segunda vez en su breve historia -venía de ser campeón de la Leagues Cup-. Griffin Dorsey y Amine Bassi, de penal, le dieron la copa a los texanos.
Lionel Messi no jugó por una molestia en el isquiotibial, mientras que Facundo Farías fue titular. Tomás Avilés y el Defensa y Justicia, Nicolás Stefanelli -ingresó en el complemento-, fueron al banco de suplentes. El surgido en Newell»s, Franco Escobar, jugó de arranque y gritó campeón en Houston.
Si bien es una obviedad que Lionel Messi marca una gran diferencia y le da un notorio salto de calidad a un equipo de medio pelo para abajo -los números lo ubican en esa categoría-, los resultados ponen en evidencia que lo que hace el argentino cuando está en cancha no está lejos del milagro.
Inter toca la pelota con intención pero sin criterio, y si Messi no está, no tiene ese futbolista que transforme la posesión en peligro. Lo intenta Cremaschi, lo intenta Farías y lo intentan el paraguayo Gómez y el ecuatoriano Arroyo. Pero salvo en ocasiones aisladas, a las Garzas le cuesta mucho poner a un jugador de frente al arquero rival.
Y encima, defensivamente no da ningún tipo de garantías, y si no fuera por Drake Callender, perdería por goleada casi todos sus partidos: tapó varias claras. En La Florida, el local terminó siendo el equipo texano, que hizo lo que quiso en el primer tiempo, cuando encontró la ventaja con un fierrazo de Dorsey y un penal cometido de Yedlin a Quiñonez que Bassi cambió por gol.
Y en el segundo tiempo también, pese a que se emparejó el trámite. Se emparejó porque Houston decidió ceder campo y pelota, y el Inter fue progresando cada vez más.
Además, el ingreso de Josef Martínez le dio más peso en el área, y de hecho fue el venezolano el que tuvo la más clara, con un cabezazo que rozó el palo, y quien descontó sobre el final. Cremaschi tuvo un buen remate que Carbell despejó, y después fueron todas aproximaciones pero no tan claras.
Pero así como el equipo de Gerardo Martino daba la sensación de que cuando juntaba pases podía generar algo -a diferencia de en el primer tiempo donde la tenencia era intrascendente-, el club visitante sabía que de contraataque podía liquidar el pleito. Lo hizo Quiñonez, la gran figura, pero el VAR llamó al árbitro a revisarla por una falta previa y le dio otra vida al Inter, que descontó en tiempo cumplido pero no llegó a empatar.